En el año
2045, el mundo era un lugar desolado. Las ciudades, que una vez brillaron con
el bullicio de la vida humana, ahora eran ecos de lo que habían sido.
Rascacielos cubiertos de hiedra y calles desiertas contaban historias de un
tiempo en el que la humanidad creía ser invencible. Todo había cambiado con la
llegada de un virus conocido como Erebo
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